Leer es un buen hábito. Esta afirmación es mundialmente repetida y aceptada. Nadie sería capaz de afirmar lo contrario. Sin embargo, la agitada vida que llevamos entre el trabajo, la casa, la familia, los amigos y demás actividades de ocio, relega a la lectura al fondo del pozo de la lista de prioridades.
Los principales procesos de aprendizaje de los niños son la observación y la imitación, ell@s aprenden mirando y copiando las actitudes y hábitos de los adultos. Si los padres no leen ni fomentan un acercamiento hacia la literatura, seguramente será difícil para los pequeños incorporar el hábito.
En una sociedad que evoluciona a ritmos vertiginosos, la lectura abre la posibilidad de conocer nuevos mundos, nuevos paisajes, de informarse y aprender. Padres e hijos pueden verse beneficiados personalmente al leer un buen libro.
Aprender es innato en el ser humano. Los pequeños suelen solicitar a sus padres, de manera continua, que les lean cuentos o, simplemente, los carteles que se encuentran en la calle. Desean saber, conocer y entender todo lo que está escrito a su alrededor.
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